Paquete navideño

Kléber Mantilla Cisneros

El incremento del precio de los combustibles al ritmo del pedido de investigar a 495 jueces y fiscales por persecución política ayudan a moldear la realidad de fin de año. Una crisis fiscal y moral desbordante, intolerable y encubierta tras el disfraz de Papá Noel para apilar el hartazgo de la ciudadanía ante la incompetencia de los políticos.

Sin duda el próximo año se viene cargado de insatisfacciones como el incremento de la canasta básica familiar, una inflación insospechada ante la subida del transporte de productos a los mercados, los índices de desempleo y subempleo y el preocupante congelamiento de salarios. Es decir, la crudeza del empobrecimiento, mientras no existe aún registro de la devolución del dinero robado durante la penumbra correísta.

Las medidas económicas, como están planteadas, aceleran la destrucción de la calidad de vida: la infraestructura en salud con menos profesionales aptos y la educación con más presiones presupuestarias y políticas. Las nuevas generaciones se inician con un futuro hipotecado acorde al excesivo endeudamiento externo, mientras la pérdida de credibilidad institucional, inseguridad y criminalidad urbana reflejan el sistema de impunidad de la justicia y nuevas trabas para alcanzar consensos políticos mínimos.

Lo peligroso está en el desencanto de los jóvenes. Los relámpagos de rebeldía almacenados que anteceden la desesperanza por el futuro. No es necesario usar ‘chalecos amarillo’ como en Francia, sino interpretar la queja ante el impacto al medio ambiente, la explotación inconsulta del Yasuní, contaminación de fuentes de agua, bosques y selvas; y, ahora, sumar la corrupción no sancionada y el neoliberalismo deshumanizado; pues, ellos tendrán que pagar el festín de un grupo mafioso de desadaptados mentirosos.

De ahí que cualquier movilización provocada por jóvenes tendrá éxito. Y, si la desgobernanza mata a los pueblos, una Navidad con regalos tapiñados como bombas hace trizas a todos en el alma. ‘Lo que no podemos saber’, libro de Marcus du Santoy, plantea que todo razonamiento es especulativo.

El caos está como siempre. Pero, los efectos de reversar la política y cambiar decisiones es otro caos en potencia. La subida del precio de las gasolinas vino a quedarse, ahora falta apenas que alguien sepa encender la mecha y rescatar a las universidades del fango en que habitaron una década entre mentiras y desaciertos. ¡Feliz Navidad!

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