La corrupción ataca y mata

Mariana Velasco

La corrupción es el peor enemigo de las democracias en las Américas, región que en los últimos meses vio caer a un gobernante de derecha en Perú, encarcelar a un expresidente de izquierda en Brasil y Ecuador ser testigo de la caída de dos vicepresidentes en 18 meses, funcionarios presos, autoridades de control, ministros con o sin grilletes y expresidente prófugos. Consecuencias nefastas. Ejemplos vergonzosos.

Sabemos que la corrupción está por todas partes y en todos los niveles, o casi todos, arrastrándose silenciosamente como víbora presta a atacar a su víctima, con su lengua bífida y venenosa. O el estado lo elimina o nos mata. Sólo requiere de voluntad política, un buen andamiaje legal, transparencia, uso de tecnología, cooperación y participación de los ciudadanos como pilares fundamentales.

La corrupción y los costos que impone en la economía de toda sociedad, son un fenómeno mundial porque retrasa el crecimiento económico e impide que los ciudadanos reciban los beneficios que merecen y por los cuales pagan impuestos.

La epidemia de corrupción diseminada en el mundo, o la toma de decisiones, evidentemente contrarias a principios éticos de convivencia humana, lleva a cuestionar las conductas, especialmente de personas a quienes, en otras condiciones, se las consideraba honestas.

Carencia de principios, débil fuerza de voluntad, falta de información, existencia de áreas grises, arrogancia, entre otros, pretenden justificar que todos los demás lo hacen sin reconocer la incapacidad mostrada para reconocer las fallas propias de conducta. Se requiere del escrutinio y transparencia de la conducta, particularmente pública. Caer en el deporte nacional de mirar para otro lado como que nada pasa, es engañarse.

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