El Portal

Uno de los lugares característicos de nuestra querida ciudad ha sido siempre la Casa del Portal frente al parque Montalvo, caminar por este sitio para muchos es algo habitual pero no deja de ser pintoresco por todo lo que representa, los lustradores de zapatos, la venta de roscas y empanadas, la vista inigualable de la Catedral, la tradicional Librería Futuro y por supuesto el mismo parque Montalvo, definitivamente es un patrimonio cultural de la ciudad, en lo personal me parece un lugar único para los ambateños y lleno de historia, fue construida en 1900 y perteneció a la familia Jáuregui.

Los portales en las ciudades latinoamericanas son propios de nuestra historia republicana, en la mayoría han sido regenerados y los mantienen con especial cuidado de tal forma que se conviertan en zonas seguras y turísticas, en nuestro caso si bien la casa como tal se encuentra restaurada y sirve de espacio para eventos culturales cabe indicar que en la parte exterior justamente en los arcos desde la calle Castillo hasta la calle Montalvo se ha evidenciado un deterioro, principalmente por la presencia de grafiteros vándalos que no faltan en toda ciudad, y digo vándalos porque deberían existir espacios para que puedan expresar su “furia” o su “arte” y no hacerlo en nuestro patrimonio, de hecho hacer un grafiti sobre la piedra pishilata me parece un crimen. Si bien es responsabilidad de nuestras autoridades mejorar el aspecto de este lugar externo es importante considerar que parte de la cuadra es también privada es decir es responsabilidad de los dueños también mantener en buenas condiciones tan importante espacio de Ambato.

Si nos fijamos, no únicamente el portal ha sido presa de estos inoportunos grafiteros, sino también el parque Montalvo, sus paredes y puertas tienen las marcas de estos rebeldes sin causa, se debería sancionar con el mayor rigor de la ley a los que agreden a nuestra ciudad de esa manera y al Municipio nuestra sugerencia para que se preocupen por dar seguridad y mantenimiento a este espacio, incluso los adoquines de las calles circundantes y que en su tiempo fueron regenerados ya se están despegado a tal punto que cuando los vehículos circulan se los puede escuchar.