Segunda Revolución Francesa

La concentración del capital en pocas manos, la voracidad de los capitalistas e industriales, que no se conforman con la masiva explotación a obreros y campesinos, se resume en el hecho de que 80 familias en el mundo concentran más del 80% del capital mundial, los beneficios para estos ricos reflejados en mansiones, aviones privados, piscinas y todas las comodidades materiales imaginables, además, de ser dueños de los bancos, las industrias y el mayor comercio mundial. Esta grave contradicción entre seres ricos y pobres, crea manifestaciones en las calles como lo que está ocurriendo actualmente en Francia, España, Grecia, Italia y en la mayoría de los países de América Latina.

Igual que en 1789, la falta de alimentos del pueblo y con un estado monárquico que había colapsado como sistema de gobierno, hizo que los parisinos se alzaran en el Palacio de Versalles contra el Rey, no hubo fuerza militar que proteja al Monarca y su familia, le dieron muerte en la plaza pública en la guillotina, como una muestra de que nunca más se permitirá tiranos en el mundo y luego el festejo masivo del pueblo en el Arco del Triunfo en París. Este hecho marcó los cambios democráticos, pasando de un estado de esclavitud a un estado democrático, con la creación de la institucionalidad presidencialista y los derechos fundamentales del hombre: libertad, salud, educación, vivienda, alimentación, bienestar, etc.

Con esa sangre irreverente y libertaria, ahora, en el siglo XXI, son los mismos parisinos que nos están dando el segundo grito de independencia en contra de las modernas cadenas, que es el capitalismo salvaje, que, a través del pago de salarios miserables, le roban a los obreros sus sueños más nobles de cumplir con educación, alimentación y vivienda para sus familias. Antes que explote el dolor de los pueblos reprimidos, los capitalistas deben crear un modelo tipo acuerdo nacional, como lo han hecho los países nórdicos y aplicar un esquema político de bienestar.

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