Charijayac, tres décadas haciendo ‘zapatear’ a ecuatorianos y extranjeros

ANTECEDENTES. Charijyac tiene sus inicios por la década de los 80’, protagonizada por siete jóvenes kichwa-otavaleños, quienes inmigraron a Barcelona, España.
ANTECEDENTES. Charijyac tiene sus inicios por la década de los 80’, protagonizada por siete jóvenes kichwa-otavaleños, quienes inmigraron a Barcelona, España.
ANTECEDENTES. Charijyac tiene sus inicios por la década de los 80’, protagonizada por siete jóvenes kichwa-otavaleños, quienes inmigraron a Barcelona, España.
ANTECEDENTES. Charijyac tiene sus inicios por la década de los 80’, protagonizada por siete jóvenes kichwa-otavaleños, quienes inmigraron a Barcelona, España.
PERCUSIÓN. Paul Cotakachi es el baterista de Charijayac.
PERCUSIÓN. Paul Cotakachi es el baterista de Charijayac.
ARTISTAS. Sayri Cotacachi y Yuyay Tituaña en las guitarras.
ARTISTAS. Sayri Cotacachi y Yuyay Tituaña en las guitarras.

Con guitarras, charangos, bandolinas y zampoñas, la agrupación expone su arte.

Historias de migración, amor, denuncia y celebración de la identidad kichwua se plasman en las canciones de Charijayac, agrupación musical andina originaria del cantón Otavalo, Imbabura. Tienen más de 35 años de trayectoria en escenarios nacionales e internacionales.

Radicados en España e Italia, sus integrantes regresaron este año a Ecuador a presentar su quinto álbum, ‘Vuelve visionario’, un disco que fusiona géneros folclóricos, como el sanjuanito o el huayno, con ritmos como el reggae o el blues.

Una vez más, este conjunto ha puesto a bailar a varias generaciones de indígenas otavaleños y de otras provincias que ‘zapatean’ al ritmo de los charangos, bandolines, guitarras, flautas, zampoñas y rondines.

“Nosotros hemos empezado desde cero, intentando escalar. Vinimos con un nuevo género de música, tratando de elevar los géneros musicales tradicionales de Ecuador”, comenta Sayri Cotacachi, líder de la agrupación.

No olvidan su tierra natal
Charijayac se formó en 1980, cuando por la añoranza de la tierra natal, un grupo de jóvenes otavaleños y uno boliviano, quienes habían abandonado sus países por la dura situación de racismo, pobreza y exclusión, se juntaron para cantarle a su pueblo en la distancia.

“La música de Charijayac es más que todo social”, asegura Rupai Cachiguango, integrante de la banda. Estar lejos de su patria les obligó a comprometerse con las causas sociales de los pueblos indígenas a través del arte.

“Todos saben que nosotros estamos bien comprometidos con esta sociedad, por el hecho de haber migrado. Nos ha costado muchísimo adaptarnos, y el estar lejos nos ha hecho mirar desde fuera nuestro país. Creemos que tenemos una deuda con nuestro pueblo”, señala Cotacachi.

‘Referente musical’
Para Edgar Córdova, productor de música cuyo estudio acoge a gran número de bandas andinas del norte del país, Charijayac es un “referente musical”. Córdova también vivió largo tiempo en el exilio y las letras y melodías de este conjunto lo han acompañado. “Su música cumple estándares de excelente calidad y creo que son unos grandes representantes de la música de Otavalo”, afirma Córdova.

Migrantes y no migrantes se identifican con su música, pues las historias de añoranza, de amor, pero sobretodo de reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas por llevar sus nombres en el idioma ancestral, conservar su vestimenta, proteger la naturaleza y vivir sus costumbres sin discriminación, las han tenido que vivir varias generaciones de kichwuas.

LA HORA LAB

Katicnina Tituaña, estudiante de la Universidad San Francisco de Quito. (USFQ)