Volver a votar presidenciales

Salvatore Foti

Las medidas económicas adoptadas para las festividades navideñas (qué Dios les pague), sellan definitivamente, hasta la llegada del próximo populismo, la separación entre la política y los ciudadanos. Una división, además, vertical, pues la política sigue siendo concebida por los políticos de turno como algo autoritario. Desde arriba nos “chantan” los aumentos de gasolina y nadie puede cuestionar, dado que se trata de una imposición “democrática”.

Tan tristemente se concibe a la democracia y a la población en el país. En campaña “era que nos digan” que este Gobierno iba a subir la gasolina y, siempre en campaña, “era que nos digan” que íbamos a estar tan mal como estamos. Obviamente, en campaña se hicieron otras promesas y el voto popular ahora está sustentando a un gobierno híbrido y muy poco “ecológico”, que ya no tiene razón de ser.

Creo que considerar una muerte cruzada para devolver la palabra a los ciudadanos en las urnas es lo más honesto. Un acto de justicia y de sacrificio que sustentaría con hechos, más no palabras, el “infinito amor” que nos tienen o tenían. Un acto de responsabilidad que debería llegar desde la Presidencia o desde la Asamblea Nacional.

Es una perspectiva demasiado agresiva y tal vez sin propósito, pero si analizamos bien la situación deberíamos convenir en que el actual Ejecutivo en los próximos meses solo perderá fuerza y deberá entregarse a mayorías improvisadas y pasajeras. Por todo esto, sería mejor volver a elegir a un nuevo Presidente y nuevos asambleístas.

Además, las decisiones tomadas por el actual mandatario han sido de manera tan sorpresiva como premeditadas, justamente para confundir y dominar a la opinión de los ciudadanos contando con complicidades ilustres. Muy extrañamente, son pocos los que cuestionan la subida de los combustibles y más bien parecería que el aumento del costo de la vida en Ecuador se lo considere como digno de un “Premio Nobel” ya no a la paz, sino a la economía. Mal está la cosa.

Sin embargo, recurrir a los impuestos y, peor aún, estar tan asustados porque de pronto se nos vengan más aumentos encima, solo refuerza la idea de que se necesita un nuevo gobierno y un nuevo camino, que no son los actuales.

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