Las tías queridas

Ángel Polibio Chaves

Con toda seguridad, en estos días como yo, usted habrá recibido de sus buenos amigos deseos fervientes por un feliz año nuevo; sin embargo, este bonito gesto me llevó a pensar en alguna forma que nos permita que en efecto el nuevo año sea por lo menos mejor que el que termina, a través de acciones que están al alcance de todos; a este efecto, recordé las palabras de una persona ya mayor que nos comentaba que en los momentos más álgidos de su vida contaba con una tía que nunca le falló : la tía Prudencia, cuya hermana, la tía Constancia, le habían ayudado enormemente; recordé además que nos hablaba de una pariente cercana a las anteriores y que familiarmente la conocían simplemente como la Tolerancia.

Realmente, ese recuerdo viene bien a propósito del deseo de mejores días el año venidero, pues creo fervientemente que a través de la tolerancia, es posible que nosotros y los otros, tengamos una existencia más placentera. ¿Porqué no tolerar al conductor del vehículo que está adelante de nosotros que se tome unos dos o tres segundos para arrancar cuando el semáforo ya cambió a verde?; ¿porqué no tolerar que alguien a quien le gusta fumar lo pueda hacer en su casa, en una habitación de hotel o en un sitio adecuado para que el humo no moleste a los demás, sin que el pobre fumador no se sienta el más infeliz de los mortales?; ¿ porqué no tolerar el llanto de un niño que por cualquier circunstancia se encuentra cerca de nosotros y sus atribulados padres no saben cómo controlar?; ¿porqué?, ¿porqué?, ¿porqué?, le reto amable lector a incluir tres, cinco o más porqués.

Créame que si somos un poquito más tolerantes, será más fácil que nuestros deseos de año nuevo sean una realidad.