Tecnologías complementarias

Pablo Escandòn Montenegro

Iniciamos la ruta a la tercera década del milenio y aún hay quienes añoran el tiempo pasado de cuando no había más tecnología que la analógica y mecánica. Lo más interesante es que usan las redes y espacios digitales para evocar la utilidad, funcionalidad y primacía de la cultura mediática de cuando fueron niños.

¿No sería mejor reutilizar esos recuerdos y hacerlos más cercanos a las nuevas generaciones con narrativas más dinámicas y con mayor interacción entre emisores y receptores con la finalidad de crear comunidades pensantes, dirimentes y críticas, a partir de la circulación de contenidos?

Es lo que hacen algunas páginas en la red Facebook sobre el patrimonio quiteño y la historia nacional. Lejos están de reivindicar el pasado como un espacio-tiempo al cual volver; son moderadores de espacios digitales en donde el pasado es el tema que unifica y sobre el cual se discute para debatir sobre la actualidad, sobre la ciudad y sus habitantes, así como los cambios sociales.

Para espacios como ‘Los ladrillos de Quito’ o ‘Quito de aldea a Ciudad’, por nombrar a dos de las comunidades más productivas en contenidos y saltos entre la virtualidad y la realidad física, el pasado es un pretexto importantísimo para repensar el presente y proyectar el futuro, basados en lo que las plataformas tecnológicas pueden facilitar para acceder al debate y a los variados puntos de vista.

Volver a la tecnología del pasado solo como añoranza o como lamento de que nuestra infancia fue mejor que la actual, es como tener un museo para ir a llorar y hacer de los recuerdos una peregrinación lastimera. Recuperar la memoria es disparar emociones, crear narrativas sobre lo que fue algo y generar propuestas en torno a ese algo, para que no muera.

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