Latinoamérica: giro a la derecha

El 1º de enero de 2019 asumió la presidencia de Brasil el ultraderechista Jair Bolsonaro y no tardó en expresar en dónde están sus intereses políticos: saludó a Donald Trump, se abrazó con Sebastián Piñera, mandó parabienes a Mauricio Macri y sus invitados en la toma de posesión fueron los primeros ministros de Israel, Hungría y el secretario de Estado de EE .UU.

Tras verificar nuevamente el fracaso de la fórmula del socialismo del siglo XXI en muchos países (Venezuela y Nicaragua a la cabeza y con Ecuador como el resultado del correísmo, del que no se termina de salir completamente) se estima que el continente está buscando una opción completamente diferente.

No obstante, siempre que hay gobiernos de derecha que toman medidas duras, existe un populista de esa izquierda obcecada que reivindica una supuesta lucha social “por los más desfavorecidos”. No hay que dejar de mirar lo que sucede en Argentina, donde el espectro de Cristina Fernández aún tiene simpatías y es un riesgo. López Obrador inició su gobierno tomando medidas de austeridad.

Nuestro continente tiene dos enfermedades políticas fuertes: la amnesia (porque rápidamente la gente se olvida de quiénes los empobrecieron y los sometieron) y la ceguera (porque no se mira lo que ocurre).

América Latina parece agotada de los experimentos populistas, pero hay un problema de volatilidad política que hace que lo que hoy se valora, pronto se desecha, porque se toma decisiones inevitables, lo que no hacen los populistas, que gobiernan mirando encuestas y sondeos de opinión.

Bolsonaro es un resultado de ese descontento, pero va a tener que tomar medidas impopulares, como las que tomó Macri, tras el desbarajuste en el que, tanto kirchneristas como los del PT en Brasil, dejaron a sus países.

Este año se realizarán comicios en algunos países de la región: El Salvador, Guatemala y Panamá. Pero los ojos del continente se posan en Uruguay (con un régimen de izquierda moderado), Bolivia (con un Evo Morales empecinado –contra todo- en seguir) y Argentina (donde Macri enfrenta al fantasma peronista). Los electores deben decidir bien.

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