¿El poder corrompe?

Juan Sebastián Vargas

Lord Acton fue un político liberal inglés e historiador que hizo celebre una frase en la que sostenía que; “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, para muchos esta aseveración podría llegar a ser de cierta manera un poco subjetiva pero desde mi apreciación y analizando varios casos a lo largo de la historia podemos comprender que durante años, décadas y centenarios el mundo ha tenido reyes, emperadores, presidentes y en general todo tipo de líderes que por este excesivo poder han terminado corrompiéndose por lo que podemos llegar a sostener que este famoso “Dictum de Actum” de cierta manera tiene sentido y es que no necesariamente una buena educación o una buena formación profesional del individuo certifica un comportamiento honesto como tal, ya que existen muchos personajes preparados en las mejores universidades y que han abarcado demasiado poder y de igual forma terminan siendo corruptos, más bien creo que en gran medida podría depender de otros factores que sí considero son diferenciadores como los principios, los valores, las normas, la disciplina con los que los individuos son formados y es que en efecto la integridad de las personas en muchas ocasiones viene de casa, del ejemplo que recibes, en este aspecto la familia es un factor fundamental.

Justamente aquellas naciones que con el pasar del tiempo han logrado independizar los poderes del Estado y establecer límites a estos poderes para evitar excesos de sus políticos en base a leyes coherentes, justas y pragmáticas son los que ostentan las mejores democracias, por ejemplo, los países nórdicos que actualmente gozan de estabilidad política, económica e incluso tienen los mayores índices de felicidad del mundo.

Para no irnos muy lejos, casos como el de Luis Chiriboga en la FEF o el de muchos funcionarios del anterior régimen como Glas, los hermanos Alvarado o el mismo Correa que incluso llegó en su momento a aseverar que él era el jefe de todos los poderes del Estado son el más claro ejemplo de que el excesivo poder corrompe y es que no es únicamente la acción de robar como tal sino la audacia y astucia con la que manejan el mismo para satisfacer intereses personales o sectoriales.