La cultura Pasto tiene su huella en Espejo

Recreación. La cultura Pasto se refleja en la población de Espejo, como en sus monumentos.
Recreación. La cultura Pasto se refleja en la población de Espejo, como en sus monumentos.

Monumentos, plazas, parques e incluso la manera de administrar el cantón Espejo, en Carchi, mantienen una huella de la cultura Pasto.

Desde la Hoya de Guayllabamba, en Pichincha, hasta la ciudad de Pasto, en Colombia, grupos humanos se asentaron y encontraron en estas tierras su hogar.

Los primeros pobladores fueron prácticamente dueños de la información proveniente de la flora, la fauna y la topografía que les rodea, que empezaron a plasmar en barro, piedra y metales, fruto de su filosofía o cosmovisión.

Según algunos historiadores, Espejo es considerado el cantón del norte del país con mayor historia y bienes patrimoniales. Aún existen tradiciones culturales milenarias de su producción sagrada, inspirada en páramos, bosques y cordilleras.

Pasto tuvo un concepto profundo de cohesión y unidad social, que se intenta rescatar en el cantón; la danza de la minga, por ejemplo. Ellos la hacían y aún la mantienen.

Esta consistía en unirse, alternadamente, hombre y mujer, respetando la equidad de género, y formar un círculo para danzar al ritmo de la música. Así, demostraban su fortaleza, una sociedad unida.

La botijuela
Otro de los aspectos que se ha intentado rescatar de la cultura Pasto, en Espejo, y que aún se mantiene, son las botijuelas (cerámicas que son un símbolo cultural). En los eventos festivos se usa una réplica de estas, en las cuales el tipo de pintura es exacto al de los antepasados.

En épocas antiguas, eran usadas con dos significados: primero, como un utensilio doméstico, en el que fermentaban la chicha, o para guardar líquidos; y, segundo, otro tipo de botijuela, con cuello más estrecho, servía para actos ceremoniales en la danza de la minga.