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A los 9 años, David Aguilar, de Andorra, tuvo una idea que iba a marcar el resto de su vida. Empezó como un juego cuando se encontraba montando uno de los kits de construcción de Lego. Pero, en lugar de ordenar las piezas para que fuesen las hélices o la cabina del helicóptero para el que estaban diseñadas, decidió colocarlas alrededor de su brazo, uno pequeño y malformado a causa del síndrome de Poland, una rara enfermedad congénita.
Este problema afectó a su pectoral derecho y al antebrazo del mismo lado. Aquel día, el joven imaginó que sus piezas de Lego podían convertirse en una extensión de la extremidad, una especie de prótesis que le ayudara a realizar algunos movimientos.
Convirtió su idea en una realidad y en un ‘leitmotiv’ que ha guiado sus pasos hasta hoy. La enfermedad de David nunca fue una excusa para él.