¿Te ves al volante de un carro fúnebre como vehículo personal?

DESEO. La ilusión de Pepe con este carro es darle una segunda vida. (Foto: periodismo.com)
DESEO. La ilusión de Pepe con este carro es darle una segunda vida. (Foto: periodismo.com)
DESEO. La ilusión de Pepe con este carro es darle una segunda vida. (Foto: periodismo.com)
DESEO. La ilusión de Pepe con este carro es darle una segunda vida. (Foto: periodismo.com)

Un hombre se compró una de estas carrozas. Su familia lo tomó con humor. Los padres de su pareja no.

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A muchos un auto fúnebre les produce escalofríos y malestar. Cuando ven uno por la calle, miran para otro lado de forma nerviosa. A otros, sin embargo, les resulta indiferente.

Cuando Pepe le dijo a su madre que se había comprado uno para usarlo como auto personal, su respuesta fue: “Hijo, eres imbécil y siempre lo has sido, pero dentro de unos límites. Con esto has ido más allá de esos límites y no sabemos si algún día volverás”.Cinco años después, su madre lo llama ‘el carro de la familia, ‘el cochito’, y ni se le ocurre deshacerse de él.

Le hacen genuflexión
El auto en cuestión es un SEAT 124 de 1974. Pepe Ballester, diseñador de 32 años de Valencia, España, hace surf clásico y tiene una marca de ropa temática. Cuando vio al ‘124’ en venta, pensó que podía matar dos pájaros de un tiro: tener un clásico donde entraran las tablas de surf y un espacio donde exponer su ropa cuando fuese a ferias.

La primera decepción con el vehículo ya comprado fue comprobar que las tablas no cabían en el espacio trasero. La segunda, que hay gente que ‘chilla’ e insulta por la calle cuando alguien aparece usando un automotor fúnebre sin fines mortuorios. La tercera, que el trabajo para restaurarlo iba a ser inmenso.

Más allá de las decepciones, es un auto al que Pepe tiene un cariño especial. Le instaló un mugido de vaca como claxon, lo dejó impoluto y ahora hasta planea usar los raíles de la parte trasera para instalar una madera extraíble de 2 metros por 1,10.

“Una mesa digna de ir con los amigos a comer por ahí una barbacoa. También tengo siempre un stick de hockey detrás, porque cuando vuelvo de hacer las compras, lo necesito para alcanzar las bolsas del fondo”.

El llavero del carro es un ataúd en miniatura que encontró bajo el asiento. Ahora le gustaría transformar la carrocería, desmontar el techo y llevar la trasera al aire. Pero no está seguro de algo que implique modificaciones grandes.

Otra ventaja inesperada de tener un coche fúnebre es que la Policía le mira con otros ojos. “Nunca me han multado yendo con él, y eso que lo he parqueado donde me ha dado la gana. Y en los controles de mi pueblo, como ya me conocen, cuando paso los agentes me hacen una pequeña genuflexión (reverencia) y la señal de la cruz con el luminoso. Es muy divertido”.