Testaferros

Ángel Polibio Chaves

Para comprender la acepción actual de la palabra “testaferro”, hemos de recurrir a la historia medieval, cuando los asaltantes a los castillos del señor feudal, para romper la puerta del castillo, por su robustez, utilizaban inmensos troncos en cuyo extremo colocaban un refuerzo de hierro para darles contundencia y evitar que se astillaran con facilidad; eran pues una especie de “cabezas de hierro”, que podría ser la traducción de “testaferro”.

Pese a los siglos que han trascurrido desde entonces, se mantiene la idea de la utilización de esas “cabezas de hierro”, que en el caso de los gobiernos corruptos auto denominados “progresistas” o del socialismo del siglo XXI, que han debido soportar algunos pueblos de América, pueden cumplir dos labores al servicio de las mafias: proteger al “capo”, asumiendo la responsabilidad que a este le correspondería, como en el caso ecuatoriano o, paradójicamente, defender el castillo, cuando los pueblos cansados de las tropelías de sus gobernantes, reclaman su derecho a juzgarlos y sancionarlos, y a que sean remplazados por personas que respondan a sus legítimos intereses.

En los últimos días, en el caso venezolano nos preguntamos: ¿por qué se mantiene Maduro?, y la respuesta es: “gracias a sus testaferros”, la cúpula militar corrupta alineada con el régimen; y, hasta cuando los mandos medios e inferiores, que deben identificarse con el pueblo que sufre las consecuencias de la ineptitud y latrocinio de Maduro y sus cómplices no tomen la decisión de rebelarse contra sus superiores, será muy difícil que se produzca una salida interna a la crisis.

La solución entonces está en las manos de los soldados venezolanos que en honor a su juramento de defender a la patria, consecuentes con el dolor de su pueblo, en lugar de reprimirlo, se rebelen en contra de la camarilla corrupta que dirige sus fuerzas armadas, para evitar intervenciones externas de impredecibles consecuencias.