Venezolanos en Pindal

César Sandoya Valdiviezo

Después de Loja, probablemente Pindal sea el segundo cantón de la provincia que mayor número de venezolanos acoge. El crecimiento del sector turístico, el comercio y la producción agrícola que experimenta el cantón atraen a ciudadanos de ese país que llegan en busca de trabajo para mejorar el nivel de vida de ellos y el de su familia.

A partir de la presencia de venezolanos en Pindal la tranquilidad de su cabecera cantonal está alterada. Las caminatas nocturnas por el centro de la ciudad de jóvenes, adultos y hasta de familias han disminuido, desde que los ciudadanos extranjeros se concentran en el parque para dialogar, jugar, hablar por teléfono con sus familiares y hasta libar, a vista y paciencia de todos.

De acuerdo con reportes, las últimas semanas en Pindal han ocurrido hechos extraños que alteraron la calma de un pueblo que se caracteriza por su tranquilidad. La propietaria de una tienda fue sorprendida por un sujeto que con cuchillo en mano la amenazó si no le entregaba objetos de valor. Otro sujeto visitó un restaurant, después de servirse la comida y mientras la señora que lo atendió fue a cambiar el billete, desapareció su teléfono celular que lo tenía en la cocina. Ambos hechos son atribuidos a venezolanos.

De ahí que la medida que tomó el Gobierno de exigir a los venezolanos que presenten su pasado judicial apostillado es respaldada por la mayoría de los pindaleños, porque permitirá controlar y evitar el ingreso de personas que actúan al margen de la ley y que han causado zozobra y temor.

En efecto, el hecho de sangre sucedido en Ibarra que terminó con la vida de Diana Carolina Ramírez, de 22 años de edad, causó indignación y críticas. El asesinato de un lojano propietario de un restaurant que vendía encebollados en Huaquillas, despertó la ira del pueblo fronterizo que pretendió hacer justicia con sus propias manos, ante la inoperancia de las fuerzas del orden.

Es hora de actuar con mayor firmeza. Los uniformados que prestan sus servicios en Pindal son los llamados a realizar operativos y a hacer cumplir la ley para mantener el orden en un cantón que está acostumbrado a vivir en paz. (O)