Perfectamente imperfecta…

Talía Guerrero Aguirre

Muchas veces mirarse en el espejo resulta una tarea complicada, porque al vernos reflejadas solemos reprocharnos en lugar de alentarnos; quizá logremos hacerlo luego de leer pedacitos juntados del hermoso mensaje que les compartiré, escrito por una querida niña hecha una buena mujer, que al mirarse en su espejo largamente, decidió hacerlo con el alma para vivir perfectamente con sus imperfecciones.

“ Llegue a casa después de un día largo de trabajo solos mis pensamientos y yo, quería tomar un baño, abrí la ducha y podía escuchar el agua caer, empecé a sacarme la ropa pensando en todo y en nada al mismo tiempo, hasta cuando alce la mirada y vi una mujer desnuda en el espejo, una mujer que nunca antes había visto de la manera que la vi hoy, todo quedo en silencio; la mire largamente parecía que con su mirada lo decía todo, podía ver que su vida no había sido fácil, una mirada llena de dulzura, tristeza, alegría, dolor y esperanza todo junto. Vi su cuerpo desnudo con algunas libras demás y la gravedad haciendo su efecto dejando notar los resultados de los altibajos que tuvo en su peso. Vi una mujer que tiene el corazón con cicatrices profundas, algunas que aún duelen, otras ya no y las que fueron recuerdos de lecciones aprendidas a la fuerza; en su vientre la cicatriz más perfecta y hermosa que llena su corazón de orgullo porque le recuerda su mayor felicidad, el nacimiento de su hija. Ve una mujer que cumplirá 39 años y sabe que ya no es tan joven como antes, pero que se siente mejor que nunca y a pesar de los errores cometidos era una mujer alegre, con sentimientos puros que merece ser respetada, amada y protegida, con recuerdos que le daban fuerza para querer ser feliz y con miedo a volver a equivocarse pero sin detenerse. Esa mujer era Yo…Priscyla, y fue la primera vez que realmente me vi como soy, perfecta en mi imperfección”.

Intentemos vernos así, reconociendo que no somos perfectos, valorando quienes somos y queriéndonos con nuestras imperfecciones. (O)