El Papa, ¿remedio para el diálogo en Venezuela?

Mayra Aguirre Robayo

La integración del Papa al Grupo Contacto Internacional de Montevideo de los países europeos y latinoamericanos (incluye a Ecuador que reconoció al Embajador del Gobierno de Transición de Juan Guaidó) daría una bocanada de aire que garantice elecciones creíbles en Venezuela. Su pobreza del 90%, sobrepasa los conflictos ideológicos y de clases.

El fracaso del Socialismo del Siglo XXI desató una crisis estructural con implicaciones internacionales. Es una Siria caribeña. Su petróleo se exporta el 41% a Estados Unido; el 23% a China; el 22% a India. Posee siete mil toneladas de oro en el Orinoco, lo que ha permitido a Maduro licuarlo para sus gastos. Estados Unidos, Rusia, China protegen sus intereses. La OPEP no se ha pronunciado aún. La debacle de Unasur ha impedido contar con una mesa latinoamericana de negociación tercermundista.

El Estado fallido del chavismo ha roto con los oligarcas y ha coadyuvado a fluir el narcotráfico, el militarismo que controla minerales, alimentos. La represión estatal condena a Nicolás Maduro a crímenes de lesa humanidad; candidato a ser juzgado en la Corte Penal Internacional. Sindicalista del Metro de Caracas, pertenecía a las Ligas Socialistas, fortalecidas con Hugo Chávez (1998-2012). Juan Guaidó aprovecha el espíritu constitucional de la vacancia presidencial y como Presidente de la Asamblea asume la Presidencia de Transición.

Nicolás Maduro no le puedo endilgar como oligarca. El ingeniero de clase media perdió su hogar en la tragedia del Estado de Vargas. Allí nació su antichavismo. No faltan análisis que consideran que a Venezuela le está ahorcando el capitalismo neoliberal. Sin embargo, se aplaude la confiscación norteamericana de los dineros de Pdvsa. Ninguna invasión militar sería milagrosa.

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