El arte da dignidad

Nicolás Merizalde

La Facultad de Psicología de la PUCE ha presentado esta semana una exposición que recoge pinturas, diarios, cuentos, esculturas y tejidos de pacientes en centros psiquiátricos o de rehabilitación. Recorrerla representa una experiencia fuerte y desafiante. Está llena de testimonios desgarradores o poemas con faltas de ortografía, de letra gruesa y descuidada. Hay pinturas hechas con trazos toscos, hojas en blanco con pequeños puntos por todas partes, manos, cuernos, pipas, manchas, casas, y un sinfín de símbolos y señales que pueden ayudarnos a conectar con ese abismo que deja la demencia, a través del puente de la sensibilidad.

La mayoría pertenecen a mujeres en diversos estados de diferentes trastornos mentales. La gran mayoría de ellas provienen de estratos menos favorecidos o completamente marginados. Muchas nunca han conocido un estado de lucidez, ni de felicidad. En unos pequeños diarios, de su puño y letra, se nos revelan sus historias con una crudeza que la realidad y el alboroto de la ciudad nos niegan. Carmen dice que vive en el fin del mundo, sobre una montaña llena de jirafas; Josefa pintó un árbol con forma de mano, Teresa escribe sobre sus nietos y no se niega la alegría de vivir. Cada una ha podido trascender a su propia circunstancia, y todo gracias al arte.

También hay hombres que escribieron cartas de despedida a sus mujeres, o que decidieron imitar a Dalí y pintar un Cristo tridimensional. Completando la exposición están las pequeñas esculturas de carros, de una anhelada casa de caña o la cara de un ser perdido.

Cada obra, está ahí para recordarnos algo mucho más importante que los efectos terapéuticos de la creatividad; la dignidad que jamás nos abandona ni a nosotros ni a quienes sufren situaciones difíciles. El arte nos iguala, nos encuentra, nos dignifica y nos obliga a repensar todo una y otra vez.