Actor clave

Santiago Pérez Samaniego

Han pasado más de 30 días desde que Juan Guaidó desafió al gobierno de Maduro. El diputado opositor, que no estaba en el radar político se autoproclamó como presidente encargado de Venezuela levantando un sentimiento de esperanza de una gran parte de la población que sueña con el fin del polémico mandato chavista.

Parcialmente reconocido por la comunidad internacional, este país se encuentra envuelto en una grave y violenta crisis social, humanitaria, económica, política y en medio de una disputa internacional: por un lado, los Estados Unidos con un discurso frontal en contra la dictadura amenaza constantemente al gobierno usurpador con insinuaciones de una posible intervención militar, sanciones o bloqueos a las exportaciones petroleras y aplicando una receta ya conocida en Latinoamérica con un aislamiento sistemático de la comunidad internacional.

Por otro lado y en contraposición a la tesis americana podemos identificar claramente el apoyo de Rusia y China, quienes en los últimos años se han convertido en los aliados estratégicos y financista más importantes de Venezuela, por ejemplo en el año 2008, Rusia vendió a ese país alrededor de 7000 millones de dólares en armamento, además de una serie de millonarios contratos petroleros y de cooperación binacional, bajo el argumento y el discurso de promover un contrapeso a la influencia americana en el mundo.

Aunque el apoyo internacional legitima las acciones de la oposición venezolana, que revivió con la presencia del outsider Guaidó, insisto en que el problema debería resolverse internamente con una negociación franca y frontal con las fuerzas armadas. La nueva estrategia de la oposición instando a los militares a desertar y unirse a su causa, es interesante al existir una ley de amnistía proclamada por el Congreso Nacional que les entrega garantías e incentivos para el eventual proceso de transición. Aunque esta sería obviamente la manera más civilizada de terminar con parte del problema, recordemos también que las fuerzas armadas venezolanas poseen un gran poder de decisión en las cuestiones más importantes de ese país, presidiendo algunos ministerios por ejemplo o controlando la economía del país, la producción de petróleo, hasta la distribución de alimentos. (O)

Twitter: @santiagojperezs