Pocos confían en la justicia

Cualquiera sea el estado de desarrollo de una sociedad, la justicia es indispensable para vivir en paz, buscar la prosperidad fundamentada en equilibrios de poderes y para construir el presente y tener alguna visión de futuro. Se entiende que la justicia se basa en valores esenciales: verdad, respeto entre los seres humanos, equidad, igualdad social y económica, vigencia plena de libertades y derechos.

Sobre principios irrenunciables se escriben normas, leyes codificadas que deben ser aplicadas por fiscales y jueces con estricto apego al derecho. Si los operadores de justicia fracasan, las sociedades se tornan violentas, las personas delinquen desde los más altos estamentos del Estado hasta los más bajos estratos.

Los demás se tornan espectadores aterrorizados, cunde la desconfianza, se rompen sueños y esperanzas si los delitos se reiteran cotidianamente: corrupción indetenible que crece con tanta impunidad porque jueces y fiscales no cumplen con sus deberes, o porque caminan más lentos que una tortuga. También florecen los femicidios, asesinatos homicidios. Aumentan los sicarios, narcotraficantes se multiplican, asaltos, robos, violaciones y toda clase de delitos.

Sin embargo, las cárceles están llenas hasta reventar, rlos procesos judiciales se amontonan por millares y es asombroso que un delincuente entre a la cárcel con serias acusaciones y recobre la libertad en horas, mientras que algún inocente aún viva en inmundas celdas. Otros con suerte o con algún padrino poderoso pueden ser absueltos de cargos y declarados inocentes, como ocurrió con el exministro Espinel, fundador del movimiento No. 5, Fuerza, Compromiso Social, en el que participan correístas.

Pocos confían en la justicia de este país en honda crisis económica, política, social, cultural y ética.

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