El dolor de Venezuela

Rosalía Arteaga Serrano

El dolor de Venezuela es nuestro, el de tantos de sus hijos que se han visto forzados a emigrar, el de millones que siguen esperando que la situación cambie, mejore, que deje de hacerse presente la dictadura sangrienta para que impere la ley, para que exista fe en el futuro.

Ese dolor que se advierte en los ojos de los jóvenes y de los niños, de las mujeres aguerridas que no quieren rendirse, de los viejos que sienten cómo los escasos recursos se les escurren por entre las manos y que no les alcanzan para solventar ni las más elementales necesidades.

Lo que hemos visto en los últimos días nos sobrecoge el alma: camiones repletos de comida, de medicinas, de la ayuda humanitaria que diversos sectores recolectaron, incendiada apenas al cruzar el límite fronterizo, tropas acantonadas y con ánimo de disparar a quienes se atreven a proteger los convoyes.

Hay muertos y heridos entre los venezolanos que osan oponerse a la tiranía, son los que pone el pueblo que no quiere seguir con el sometimiento, y que sacrifica lo mejor que tiene, sus jóvenes que no quieren rendirse.

La crisis humanitaria de Venezuela debe llegar a un final, no puede sostenerse indefinidamente, igual que un gobierno que perdió toda legitimidad y que ahora se sostiene solo por el peso de las armas de quienes aparecen como totalmente vinculados al esquema de corrupción creado por el mismo gobierno.

Ánimo venezolanos, no están solos, hay gente que valora su trabajo en bien de las libertades y del mejoramiento de la calidad de vida de sus conciudadanos.

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