Elijo la misericordia

Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Estamos a días de dar un voto. Como he dicho en otras ocasiones, no intervengo ni intervendré en ninguna campaña política. No hago política partidista, lo que sí hago, y es mi deber de Pastor, es señalar criterios y valores, para que cada uno elija según sus propias convicciones.

Por eso, acepté, el mes anterior, ser “Testigo de Honor” en la firma del “Pacto Ético”, acto desarrollado en el Consejo Nacional Electoral de Loja. Este ser “Testigo”, lo asumí como ciudadano y como Obispo.

Al no intervenir en campaña alguna, no creo ser opositor de nadie. Me tocará elegir, y ya puedo decir que mi elección es por la misericordia, porque creo en un Dios que es misericordia.

Francisco nos dice que “Jesús quiere que en cada corazón triunfe el amor de Dios sobre el odio y el rencor. La lógica del amor, que culmina en la cruz de Cristo, es el distintivo del cristiano y nos induce a ir al encuentro con corazón de hermanos”.

No hay nada más grande y más fecundo que el amor. Es que “el amor confiere a la persona toda su dignidad, mientras que el odio y la venganza disminuyen, degradan la belleza de la criatura hecha a imagen de Dios” (Francisco).

Para cualquier persona resulta más fácil responder al insulto con el insulto. Yo no lo haré ni pienso hacerlo. Creo en el mandamiento del amor y elijo vivir ese mandamiento. “Este mandamiento de responder al insulto y al mal con el amor, generó en el mundo una nueva cultura: la cultura de la misericordia que da vida a una nueva revolución” (Francisco).

Para mí, hombre creyente, no es una opción vivir el mandamiento del amor, es un mandato. Es el amor el que siempre ha guiado mi vida y lo proclamo por todos los rincones por donde voy.

No hay que ver fantasmas donde no los hay. Espero que no me involucren en la campaña, ni utilicen mi nombre. Eso sí, pido a todos, respeto a mi persona y a la Iglesia, Institución a la que represento. De mi parte, siempre tendrán respeto y mi mano extendida.

Yo elijo la misericordia, elijo derrotar el mal con el bien. (O)