Oda a la mediocridad

Pablo Fabián Ortiz Muñoz

Resulta inaudito hablar de mediocridad en nuestros días y sobre todo en nuestra sociedad, donde la cultura y los títulos, rondan en casi toda barriada.

No tratamos de minimizar, ni juzgar el fuerzo de muchos hombres y mujeres de valía, que, con merecido sacrifico y largas noches de desvelo, lograron tan anhelado sueño.

Me referiré en particular a los muchos catedráticos, docentes investigadores y demás personal de ciencias, que labora en nuestras muy bien reconocidas universidades, por supuesto, exceptuando esas mentes lúcidas, medias cabizbajas y ojerosas que todavía rondan los pasillos de nuestros gloriosos centros de educación superior.

Es que ahora, un PhD lo es todo, pero para una mejor comprensión definamos qué es PhD. Es una sigla anglosajona que se usa para simplificar la frase de origen latín Philosophiae doctor. La traducción es doctor en filosofía. Según la Real Academia Española, “philosophĭa” se puede traducir como amor al conocimiento. En español en general se traduce como doctorado. El PhD es el título académico más alto que existe a nivel universitario, (De Significados, 2019).

En países desarrollados solo alcanzan estos títulos hombres o mujeres de trascendencia científica y reconocida trayectoria, por su gran aporte al conocimiento. Cómo no decirlo, sus trabajos de investigación, llevan años de años de prolija indagación, es que de eso se trata la ciencia, de explorar el conocimiento, de descubrir los fenómenos que se producen en la naturaleza, en cualquiera de sus expresiones.

Por nuestro lado, la cosa es una belleza, todo es paper, y si lo hacemos en dos semanas éxito total, los llaman méritos; es que por acá la vida es tan fácil, que los trabajos para obtener sus títulos los realizan los de tercer nivel, los cuales son presionados, incluso hasta el extremo de hacerlos desistir. Pero para seguir las normas al pie de la letra, son maestros en ciencias, y en faltas de ortografía y cuestiones de forma, son unos verdaderos Honoris Causa.

En concreto, esos son nuestros ilustres científicos, delegadores de funciones, en busca de estatus económico; pero en la práctica, nuestros profesionales de tercer nivel, les dan cátedra, porque a la final, ellos hacen sus tareas. (O)