Abusos y falsedad académica

SHAKESPEARE ABARCA CÓRDOVA

Una valiente maestra denunció públicamente, que una exdirectora de educación en 2012 ostentaba un título ilegítimamente obtenido en base a estudios realizados en Suecia; la aludida demandó a la maestra por injuria, un juez muy ‘oficioso’ falló a su favor, pero eso no amilanó a la maestra, quien apeló ante la Corte Provincial que desestimó la ligereza del juez, por una causa muy simple: no existía el título de la supuesta licenciatura alcanzada en el exterior.

La exfuncionaria apeló ante la Corte Nacional, donde igualmente se le dio la razón a la maestra, otra vez por la misma razón, nunca se exhibió título alguno. Con estos antecedentes se requirió de la Senescyt el desregistro del ilegítimo título, se solicita informe del caso a la UTE-LVT, cuyo Consejo Superior Universitario (CSU) recepta el pronunciamiento del Decano de la Facultad de Educación indicando que no existe tal título del exterior.

El Procurador de la Universidad y el Vicerrectorado se pronuncian en el mismo sentido, señalando, además, adulteración de documentos y piden el desregistro. La propia Senescyt solicita a la Universidad de Estocolmo información sobre el susodicho título, informando que no existe ese documento, solo certificados de capacitaciones parciales que no llegan a completar una carrera terminal.

Con estos antecedentes el CSU por unanimidad expide la Resolución 107-2018 disponiendo el desregistro del mencionado título. Es curioso que este título en educación parvularia fuera homologado en 2007, pero la primera promoción de parvularias de la UTE-LVT recién egresó en 2011. El CSU cumpliendo con su deber corrigió la evidente irregularidad cometida, no es el Rector del Alma Mater esmeraldeña actuando por ‘vendetta personal’ como se ha dicho, fueron las instancias pertinentes de la UTE-LVT, es el CSU, la Universidad de Estocolmo, las cortes de Justicia.

Tampoco es un ‘grupo de maestros resentidos’ por haber sido sancionados, a quienes con grosero menosprecio se ha tildado hasta de violadores, no señor, son alrededor de 300 verdaderos profesionales de la educación que fueron injustamente destituidos; algunos en estos siete años dejaron este mundo terrenal con el inmerecido estigma de haber sido tachados como transgresores a sus altos objetivos de educadores.

Otros se cansaron de una lucha infructuosa en el marco de un sistema corrupto que pisoteaba los derechos de quienes no le eran obsecuentes, maestros que nunca debieron sufrir esa demencial persecución.

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