Ambato, nuestra obra

Nicolás Merizalde

Todos los años me conmueve cómo a los ambateños se nos desborda el amor por nuestra ciudad cada FFF. Ese mismo amor debe ser el motor para lograr nuevas metas para Ambato o recuperar aquellas cosas que vemos amenazadas. Es vital, por ejemplo, que el control del espumante responda a una obligación propia de los ciudadanos; un compromiso y ancla cultural como ambateños y una exigencia para nuestros visitantes. Por otro lado, estoy encantado al ver a mi barrio manteniendo tradiciones como las decoraciones, los bailes y las ferias típicas. Y creo que debe ser una iniciativa de cada barrio y vecino que se debe seguir sin más, por sobre trabas municipales o de cualquier clase.

Ese mismo amor, debe ser la mayor inspiración de candidatos y ciudadanos en las próximas elecciones para lograr el Ambato que queremos. Nuestra historia demuestra que somos una ciudad que puede desarrollarse sin que eso implique vender nuestra esencia. Y, de hecho, estoy convencido que no es posible lograr un verdadero crecimiento sin la dedicación que proviene de ese sentido de pertenencia, esmero y afecto del que debemos estar orgullosos de tener y por el que debemos seguir trabajando con las nuevas generaciones de ambateños.

Ambato está en el momento ideal para comenzar una planificación urbana a largo plazo que evite que nos engulla el caos del que son víctimas otras ciudades desorganizadas. Nos hace falta reforzar una agenda cultural mucho más fuerte que promueva espacios artísticos, teatrales y literarios que inyecten más vigor al talento de nuestra tierra. Debemos resolver los problemas de la informalidad y el subempleo, seguir recuperando construcciones patrimoniales e imponer un plan de seguridad para que la vida de las familias ambateñas no se vea vulnerada por la delincuencia.

Posible, yo confío en el compromiso del ambateño con su ciudad.