De la transacción

MESÍAS MESTANZA

La transacción es un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual; de ahí es que esta figura civil llamada transacción es tan efectiva que pone fin a ciertos y muchos procesos civiles, laborales y hasta algunos penales, tales como los de usurpación, la calumnia y el estupro; pudiéndose transar la acción civil que nace de un delito, sin perjuicio de la acción penal.

Cuando los litigantes y especialmente los abogados hayamos entendido que la transacción es muy positiva para todos, se contribuirá a la paz social tan anhelada, porque se acabarían los juicios, los onerosos gastos que conlleva tan largos procesos que, cualquiera que tenga la razón, son un pasatiempo, que por lo general en muchas ocasiones son producto de la ira y capricho de las partes procesales; pues en muchos casos así se haya ganado el juicio, será en papeles, pero los gastos, el tiempo y la paciencia se han perdido. Siendo la transacción un contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por consentimiento mutuo o por causas legales.

Pues, la transacción o contrato deben ejecutarse de buena fe, y por tanto obligan a los contratantes que por supuesto tienen que ser personas capaces de disponer los objetos comprendidos dentro de la transacción. Claro está que muchas ocasiones son los profesionales o juristas que no permiten la transacción y conciliación porque se les termina el caso, pero esto no debe ser así, porque el usuario de la justicia lo que quiere es una solución rápida y efectiva, pero jamás un juicio interminable que pone en vilo a las propias partes procesales, al entorno familiar y muchas veces al propio juez que está entre la espada y la pared, dado que todos creen tener la razón; y, esto no es así.

El jurisconsulto honesto, de entrada sabe quién tiene la verdad, solamente que para que el juzgador dé a una de las partes lo que le corresponde, tiene que seguirse el debido proceso, que tiene que ser vigilado celosamente por la defensa técnica del jurista, que hoy más que nunca debe ser muy estricta.

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