¿Eres político o eres un idiota?

Patricio Durán

La palabra idiota proviene del vocablo griego “idiotes”, con el que se definía en la Grecia Clásica a quien -a pesar de tener la condición de ciudadano y de reunir una serie de requisitos que le permitían participar en los asuntos públicos- eludía ejercer de forma activa la condición de político para dedicarse exclusivamente a sus asuntos privados, es decir, que un idiota es el que sigue al pie de la letra la conocida y manida frase de “yo no soy político”.

El filósofo Aristóteles acuñó la frase “el hombre es un animal político”, queriendo significar que el hombre se diferencia de los animales porque vive en sociedades organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participa en mayor o menor medida, con el objeto de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos. Aristóteles plantea que el ser humano no puede ser concebido fuera de su relación con el Estado en su condición de ciudadano.

El hombre es un ser gregario que vive en comunidades, asociándose con otros individuos o grupos de individuos en función de objetivos comunes: la supervivencia, la protección, el alimento, la procreación. Por lo tanto, es un ser social y racional. Pero la vida en sociedad, la convivencia de diversos grupos sociales en un espacio de coexistencia, genera fricciones, conflictos de intereses, problemas de diversa índole. Por ello, las sociedades necesitan reglas, normas, leyes, principios, valores, que alivien las dificultades inherentes a toda convivencia y que aseguren una coexistencia armoniosa donde prevalezcan valores como la justicia, el respeto, la tolerancia y la solidaridad.

Debemos tener claro que el espacio de poder que no ocupemos, otro lo ocupará. Este es el motivo de que a ciertos poderes les convenga tanto una ciudadanía idiota que no participa en ninguno de estos espacios.