Venezuela

Estamos obligados a ver más allá de nuestras narices si no queremos ser parte del rebaño. En Venezuela se acaba de consumar una victoria parcial de la guerra total que ya está desatada en el mundo, más peligrosa que las que se libran en Medio Oriente.


El meollo del asunto está en que el poder mundial le tiene miedo al cambio inevitable que está tocando las puertas de la humanidad. Se trata de que la Historia ha creado ya las condiciones objetivas para ese giro, pues la apropiación privada de la riqueza social hace imposible la vida. La tendencia creciente de la acumulación del capital está entrando en su fase definitiva. Las naciones ricas usarán la fuerza para mantener el sistema.


Cuando a comienzos del siglo XXI la tendencia “progresista” comenzó a extenderse por América Latina, el capitalismo mundial, en general y, norteamericano en particular, se pusieron en guardia. Sabían que esa tendencia era una amenaza real. El capital mundial se puso en guardia.


Quince años después, cosecha su primer triunfo. Argentina es importante, pero más es Venezuela. En Venezuela se había enraizado un verdadero proyecto popular de signo antinorteamericano.


¿Qué combate el poder mundial? La posibilidad de un nuevo tipo de democracia. Al poder mundial le preocupa el autoritarismo confuciano chino que rompe sus esquemas y, por supuesto, el equilibrio dinámico del Sumaw Kawsay andino.


La culpa de la debacle del “progresismo” la tienen sus líderes que actúan bajo la errónea consigna de que para llegar al socialismo se tiene que perfeccionar el capitalismo. Ese error condena a nuestros pueblos. Cuando se derrumbe el castillo de naipes del “progresismo”, estos seudolíderes inventarán la “teoría del fracaso” para justificar su incapacidad revolucionaria.


[email protected]