¿Es malo tanto candidato?

Contrario a lo que los análisis de corto alcance quieren hacer creer, la multiplicidad de candidaturas en estas elecciones poco tiene que ver con los recursos públicos que se asignan a los partidos. Deliberadamente se quiere decir que el CNE “regala” dinero a las candidaturas y que incluso en ese reparto, podía haber algún astuto que se quedara una parte de ese financiamiento para sí mismo. Esto no podría ser más falso, el Código de la democracia, prevé el financiamiento únicamente de la campaña propagandística en prensa, radio, televisión y vallas publicitarias. Hay recursos que se asignan de forma directa, pero esos se otorgan después de la campaña electoral de conformidad con el porcentaje de votos obtenidos, por lo que a la final son pocos los partidos que acceden a recursos significativos, por lo fragmentado que está el voto en Ecuador.

La financiación pública nivela la competición electoral, no podemos hablar de elecciones libres y competitivas, si, como antes pasaba, una candidatura tiene publicidad durante todo el día en los medios de comunicación y a las otras les toca insistir durante semanas para lograr una entrevista en el programa de opinión matinal.

Que a nadie le asuste la democracia, que haya muchas candidaturas es común en los procesos electorales actuales, en España por ejemplo siempre hay una docena de candidaturas, diferente es que solo cinco tengan posibilidades reales; cada partido tiene su papeleta, por lo que en vez de una sábana de candidatos tienen una docena de papeletas.

Es mentira también que la cantidad de candidaturas sea un efecto nuevo, el sistema de partidos ecuatoriano siempre ha sido fragmentado, lo que pasaba antes es que no era obligación presentarse a las elecciones. Es una supresión a los derechos de asociación política que un partido desaparezca sino obtiene cierto porcentaje electoral, eso no pasa en ninguna democracia moderna; si un partido no se presenta a elecciones o no obtiene el porcentaje de votos determinado, deja de recibir recursos públicos nada más; así muchos partidos evitarían acudir a elecciones cuando no se vieran con posibilidades o por lo menos buscarían coaliciones para ir fortalecidos.