¿Qué paso en Quito?

Ángel Polibio Chaves

Cerca de la medianoche del domingo recibí una llamada de un estimado amigo quiteño que milita en la honorable colonia de quiteños residentes en Quito, que me pedía le consiga en arriendo una casa o departamento en Ambato, pues muy decepcionado de la elección de sus coterráneos, quería cambiarse a una ciudad en donde decía “si saben elegir”.

Concluída nuestra amena conversación, me puse a reflexionar sobre lo que había acontecido en la elección de alcalde de Quito, pues me resisto a la apreciación simplista de que en nuestra capital se equivocaron en la elección y han vuelto a transitar por el camino populista. En efecto, la elección de Yunda responde a una corriente populista, pues por su accionar en la política difícilmente se podría encontrar en él una persona que tiene alguna afinidad ideológica. Sin embargo, si se mira el mapa en su conjunto, al contrario de una primera lectura, se puede observar que Quito es una ciudad tremendamente politizada y que su población si responde a ciertas tendencias ideológicas.

En efecto, más de las dos terceras partes de los electores quiteños se pronunciaron por corrientes claramente definidas; Quito fue la única ciudad en la que el electorado dividió sus preferencias entre cuatro candidatos con fuerza similar. La votación de Luisa Maldonado es indiscutiblemente correísta; en la votación de Paco Moncayo hay una importante presencia de electores identificados con la misma corriente; similar apreciación se puede formular respecto del propio Yunda, pues la única opción claramente anticorreísta la encarnó César Montúfar, que alcanza una notable votación.

De lo expuesto, resulta preocupante concluir que el correísmo sigue radicado con fuerza en la población, pese al desastre de sus 10 años encaramado en el gobierno, con todos los poderes y una envidiable situación económica, en medio de una corrupción incontrastable.