El maltrato animal

Hever Sánchez M.

El hombre entre otras cosas, se tomó en serio aquello de que será quien reine en la tierra. Desde el advenimiento del homo sapiens y el homo hábilis, empezó el ser humano con su aventura por someter a todo cuanto se movía.

Hace más de 1.5 millones de años el hombre empezó a consumir carne para sobrevivir, con esta necesidad empezó también la caza, primero racional y luego indiscriminada de los animales. Hasta aquí todo iba bien, se podría decir que era un proceso natural por la supervivencia. Con la invención de las herramientas, el hombre va perfeccionando la caza y con el aparecimiento de las religiones y sectas, el ser humano utiliza ya animales para realizar sacrificios a los dioses con el sufrimiento de los animales.

Con el paso del tiempo y los adelantos de la “civilización”, los animales ya no son solo cazados para la supervivencia del hombre o para ser sacrificados en rituales sin sentido, sino también sádicamente asesinados por deporte, mutilados o degollados. Gansos con sus cuellos arrancados, pájaros atados a un árbol mientras dura la semana santa o cabras lanzadas al suelo desde lo alto de un campanario; todo esto por cumplir con una tradición. Los toros siguen siendo burlados cobardemente. Los gallos y los perros, son enfrentados entre ellos hasta la muerte para alimentar el sadismo de los hijos de Dios.

¿Si es una tragedia privar a un ser humano de la libertad, no lo es acaso para los animales? Muchas veces condenados a pasar hambre, frío y sin comida, o en el mejor de los casos, en espacios reducidos; animales condenados a pagar una pena por un crimen que jamás cometieron.

Del otro lado de estas cárceles bárbaras llamadas zoológicos encontramos perros y gatos abandonados a su suerte. Amos que encadenan a sus perros sin compasión a un poste de por vida. Devotos que en cada fiesta disparan cohetes reventando los tímpanos de los pájaros y sembrando un pánico infernal en los caninos que en muchos casos les ha llevado a la muerte.

¡Todo esto como resultado de una sociedad sorda, ciega, muda y santurrona en donde las falsas creencias religiosas o las aberrantes “tradiciones” pueden más que el supuesto raciocinio que dicen tener. (O)

@Hever_Sanchez_M