Las culpas colectivas

Carlos Freile

Cada cierto tiempo algún iluminado de izquierdas exige tanto al papa de Roma como al rey de España que pidan perdón por los crímenes de los conquistadores. Ahora lo ha hecho el presidente de México con motivo de los 500 años del arribo de Cortés a su actual país. Siempre cabe la pregunta de si los miembros de un colectivo perdurado en la historia comparten responsabilidades con sus ancestros. Pero también se impone otra: ¿todos los católicos y españoles de hace medio siglo fueron causantes, cómplices o encubridores de los crímenes cometidos?

Sobre la primera pregunta: hoy en día viven en el Ecuador centenares de descendientes de los incas, en especial de Huayna Cápac, ¿deben ellos pedir perdón por los miles de indígenas de nuestro territorio masacrados por sus huestes? También vivimos aquí, con la frente alta, miles de descendientes de Benalcázar, Núñez de Bonilla, Fonte, Alvarado, ¿somos por ello culpables de sus tropelías y abusos? ¿Debemos darnos golpes de pecho en plaza pública o en el atrio de alguna catedral?

Sobre la segunda: ¿qué culpa tiene un vecino de Trujillo o de Cáceres, cuyo antepasado se quedó allí, de que un cruel conquistador de estas tierras haya nacido hace cinco siglos en esa población?

Las preguntas de marras suelen partir de la equivocada concepción de que antes de los españoles aquí vivían en un paraíso terrenal, sin injusticias, ni crueldades, ni abusos; con un desarrollo superior al europeo (he leído por allí que los incas “hacían operaciones a corazón abierto”, en clara confusión con los aztecas y con los fines de esas “operaciones”). Algunos españoles actuaron con dureza, es cierto, pero también hubo otros que rompieron lanzas por la justicia, por la igualdad y los derechos de los seres humanos, sin importar su raza; trajeron adelantos como la rueda o la polea. Es cierto que la conquista fue un trauma tremendo para las poblaciones originarias, cuyos valores encarecemos y nos enorgullecen, pero de ese trauma venimos nosotros, los hispanoamericanos de hoy. Ya lo dijo hace años Vasconcelos, también mexicano.

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