Ambato gana

De acuerdo con el Código de la Democracia, el 14 de mayo se posesionarán las nuevas autoridades locales, con lo que la ciudad y provincia pondrán fin a una importante era de los “Fernandos” (Callejas y Naranjo), que tanto en la alcaldía como en la prefectura estuvieron 14 y 19 años respectivamente, siendo que en el caso de la Alcaldía cesó sus funciones hace cinco años que duró el período del alcalde saliente. ¿Qué le depara a la ciudad y la provincia con estos nuevos liderazgos? Existe una gran tarea que los pondrá a prueba, considerando la dura campaña atravesada, y las condiciones actuales de las localidades que requieren de unidad para valorar lo alcanzado y proyectarse en objetivos más ambiciosos. Si bien el análisis electoral es extenso, me refiero a la Alcaldía de Ambato, donde Javier Altamirano obtuvo el 44,10% de la votación, enfrentando a un alcalde saliente que, según nota publicada en agosto de 2018, Cedatos lo ubicaba con una aceptación del 68%, y a un exalcalde y exasambleísta, que en el 2017 obtuvo 104.000 votos dentro de la provincia. Las causas del despunte del alcalde electo pueden ser diversas, los constantes ataques anónimos en redes que involucraban temas personales, que manifiestan su poca credibilidad y pobre impacto en el electorado; una propuesta y mensaje mucho más claro que llegó a la mayor cantidad de electores; y, sobre todo su imagen, que pese a ser una persona de permanente presencia en contiendas electorales, se la considera joven, proyectando una alternativa de cambio que dejó fuera de juego a dos fuertes contendores. A esto se suma, que CREO, movimiento político que resultó como la mayor fuerza electoral en las pasadas elecciones de asambleístas, no fue protagonista en esta ocasión, pues careció de potentes candidatos, y su campaña fue débil de presencia de sus dos asambleístas electos con gran incidencia en la ciudad, dejando a dicho movimiento sin un solo edil en el concejo municipal, espacio que positivamente fue capitalizado por el alcalde electo.

El desafío es grande con relación a las propuestas de campaña, principalmente con satisfacer las necesidades de ciudad como son movilidad, ordenamiento territorial, control urbano, gestión ambiental, entre otras, pero debo decir que la ciudad gana, en razón de que Altamirano obtuvo una importante votación que lo ubica entre los alcaldes más votados en esta ocasión, dentro de la tan nombrada legitimidad por la cual se cuestiona a varios alcaldes electos con menos del 30% de votos que enfrentarán graves problemas de gobernabilidad. El caso de Ambato es distinto, se unen dos momentos, un alcalde relativamente joven con importante votación, que avizora un concejo municipal sin mayor polarización, y un momento histórico para generar nuevos liderazgos en la ciudad y provincia frente a los espacios que dejarán líderes de gran presencia política durante los últimos 20 años.