Dobles columnas son parte de lo que diariamente ocurre en las principales calles de la ciudad de Esmeraldas, donde muchos de los conductores se niegan a caminar varias cuadras para estacionar su vehículo de manera adecuada y que no impida el tránsito normal.
“Necesitamos los espacios libres, en ocasiones nos detenemos a comprar algo, pero los lugares están llenos, es decir, hay automotores que pasan cerca de 12 horas en el lugar y no es justo para quienes solo lo necesitamos de cinco a diez minutos”, comentó Ángel Campos, ante su acción de estacionamiento en la avenida José Joaquín de Olmedo, entre las calles José Mejía y Manuela Cañizares.
Asimismo, los taxistas ven este problema como una afectación para su trabajo, porque reconocen que son muchas veces ellos quienes cometen esas infracciones de tránsito, por no poder aparcar correctamente ante la solicitud de un cliente.
Dificultades
“Tenemos pasajeros que deben ingresar a mitad de la calle y otros que llegan con bolsas o equipaje y que muchas veces el pitar de los otros carros nos hacen apurarlos debido a que los estacionamientos permitidos están ocupados”, expresó el taxista Víctor Medina.
De acuerdo con la Unidad de Tránsito Municipal, el parque automotor del cantón Esmeraldas asciende a 26 mil vehículos, por lo que el proyecto del parqueadero municipal de cuatro pisos que propone Lucía Sosa, es analizado a profundidad por los esmeraldeños ante la falta de lugares de estacionamiento en la ciudad.
El presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Esmeraldas, Pericles Cañizares, cree que en la actualidad es necesaria la construcción de un parqueadero, pero que este no puede hacerse por inspiración.
Estudio y finanzas
Sugiere que debe construírselo a través de un estudio que determine cuántos parqueaderos se necesitan, para establecer un análisis financiero en la tasa de retorno y rentabilidad, que seguramente cree será por inversión privada. “Para que esto funcione debe aplicarse primero el sistema zona azul para preparar a los usuarios”, opinó Cañizares.
Agregó que este método, en el que se pintan algunas zonas de estacionamiento de azul, busca cobrar una cierta cantidad por el tiempo ocupado, ejemplarizando a la ciudad de Quito donde se lo utiliza al precio de cincuenta centavos por cada hora en el lugar.