Sometimiento al FMI

Remo Cornejo Luque

El gobierno ecuatoriano se afirma en las posiciones neoliberales; los grandes empresarios están contentos por ello, saben que una política de esa índole siempre resultará beneficiosa para sus intereses, aunque demandan del gobierno mayor celeridad y profundidad en el programa económico-político; los voceros de los organismos internacionales –como el FMI y el Banco Mundial- explican las supuestas bondades de los acuerdos establecidos, que luego son repetidas casi con exactitud por los funcionarios gubernamentales encargados del manejo económico; los trabajadores y el pueblo advierten lo grave de lo que está ocurriendo, pero su capacidad de respuesta aún no es la que las circunstancias ameritan. Así puede resumirse lo que ocurre en nuestro país.

Lo que Moreno y su equipo han hecho en estos últimos meses no puede ser calificado de otra manera que brutal y tremendamente atentatorio a los intereses populares y del país. Para quienes desconocían el significado de lo que son las políticas de ajuste ahora lo tienen claro con el despido de miles de empleados y trabajadores del sector público producido en estos días, a los que los que sumarán otros con la privatización de las empresas estatales; en este año el Estado destinará 350 millones de dólares menos para educación, en relación al año anterior, y en el sector salud la disminución es de 120 millones, y se lo hace en un país en el que, de acuerdo a estudios de organismos especializados, se requiere el doble de profesores, médicos, enfermeras y personal de salud para enfrentar las necesidades básicas de estos sectores.

Poco antes se elevó el precio de algunos combustibles y pende el anuncio que vendrán nuevas elevaciones a pretexto de «eliminar los subsidios». También está en curso el proyecto que busca profundizar la flexibilización laboral, que no es otra cosa que legislar de manera tal que la sobre explotación capitalista tenga reconocimiento y protección legal. No es una coincidencia que todo esto se produzca en el curso de las negociaciones con el FMI y el BM, ya que son el cumplimiento fiel de las demandas establecidas por esos organismos para desembolsar más deuda. Esa historia es por demás conocida. El gobierno está sometido al FMI y no hay vuelta para atrás. (O)

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