Disparos desestabilizadores

CARLOS CONCHA JIJÓN

Son la ráfagas del continuo fuego desestabilizador mordaz y sufridor, que lanza el exdirector de la ‘orquesta sinfónica’ de la corrupción, desde su redil en el exterior, pretendiendo que los rezagos de sus seguidores bajo su tutela, respondan emborregadamente para originar caos nacional, al conseguir la desestabilización del Gobierno y de esa manera pescar a río revuelto, haciendo que este país regrese al pasado del arbitrio y la tiranía que dejó una huella lacerante como lacra social y una tronera económica que con sacrificio tendrá que cubrir el pueblo ecuatoriano durante varios años.

Sin duda alguna que esta herencia catastrófica, bien podemos llamarla herencia maldita, por la actitud perversa de una supuesta revolución medida con un embudo, en donde lo ancho estaba determinado para los vivos saqueadores del país y lo angosto para el empobrecido pueblo ecuatoriano, que engañado por las ofertas de un cambio que fue direccionado para lo peor.

Los ecuatorianos ya no debemos caer nuevamente en la farsa de los ofrecimientos fabulosos que nos pusieron a soñar. Este sueño de todos los días, durante los diez y más años que duró el correato, fue una pesadilla, sobre todo en el aspecto ético-moral, pues, la inmensa montaña de riqueza escamoteada del erario y trasladada a las alforjas de los maleantes, solo sirvió para enriquecer a los magos de los atracos, gestores de la fantasmagórica revolución, usurpadora de la felicidad y el progreso del presente y futuro del pueblo ecuatoriano.

Hoy, cuando el país intenta salir de la ciénaga del desastre que dejaron los mandrakes del contubernio, los rezagos del servilismo revolucionario, armados con diatribas como argumentos deleznables, pretenden desvirtuar la realidad con el único fin inconsistente de destruir la realidad, disfrazados de ángeles salvadores para ocultar, sin lograrlo, las marcas nefastas, con las que están identificados los arquetipos del desastre.

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