‘Una pasión’

Mons. Alfredo Espinoza Mateus, sdb

El editorial anterior lo terminaba diciendo que seguiré abriendo mi corazón a todos ustedes, mis queridos lectores, en estos momentos especiales de mi vida, que los estoy viviendo en serenidad y desde la fe.

Estando en la oficina el otro día, me comunican una llamada y al otro lado de la línea estaba Mireia, una reportera de Vatican News. Mi sorpresa fue mayúscula, me pedían hacerme una entrevista y lo pedían desde Roma.

La periodista me preguntó con qué espíritu voy yo a Quito. No tuve mucho tiempo para pensarlo, por eso creo que mi respuesta nació realmente del corazón.

“Voy con un espíritu alegre, con un espíritu apasionado, yo soy un hombre apasionado, apasionado por el Evangelio y apasionado por el Reino; pero también voy con un espíritu de salida, de cercanía y de misericordia”.

Es que así ha sido el espíritu que he tratado de vivir en todos estos cinco años que llevo recorriendo los caminos lojanos.

También manifesté que no soy, ni seré, un Obispo de escritorio. Nunca lo he sido, y es más, mirando hacia atrás, puedo decir que tampoco fui un salesiano de escritorio. Recuerdo que un hermano se quejó ante el Director, diciendo que yo perdía tiempo en el patio mientras él se encontraba trabajando tras un escritorio. Mi Director, hombre ecuánime, le respondió: “ya quisiera estar yo en el patio y no tras un escritorio”.

Voy con ese espíritu de salida para acercarme a las periferias existenciales, como pide el Papa Francisco a todo cristiano. Comenzaré en el sur, pero miraré el norte extenso quiteño, mejor digo que miraré a todos los lados, porque en todo lugar puede existir una periferia existencial que no llegamos a percibir.

Saldré con un corazón abierto, sencillo y cercano. Solamente desde la cercanía se puede hacer sentir “la caricia de un Dios que nos quiere” (Francisco). Ese corazón me lleva a entregarme totalmente.

Les he pedido a ellos que “abran su corazón para que puedan recibir el Evangelio que les llevo, y que lo abran para recibirme, porque yo ya abrí el corazón para acogerlos. (O)