Reacciones al incendio

Carlos Freile

El incendio de la catedral de Nuestra Señora de París ha causado conmoción en todo el mundo; sin embargo, la tónica de las reacciones no es unívoca ni unánime: la gran mayoría de personas de renombre mundial han expresado su dolor por el daño sufrido por un ícono de la cultura mundial, muchas de ellas también se han mostrado solidarias con los católicos, pues se trata de una iglesia de su religión.

Llama la atención la habilidad mostrada por varios medios para dedicar largos minutos a la catástrofe sin mencionar ni una sola vez aspectos constitutivos del edificio quemado, por ejemplo, como dice la periodista Catherine Utley: “Fue toda una proeza para la BBC 1 News, a las diez de la noche de ayer, el producir todo un programa sin una sola mención a alguna de estas palabras: cristiano, cristianismo, católico, rendir culto, adoradores, sagrado, Misa, Semana Santa”.

Pero se dieron opiniones grotescas, por decir lo menos, cuya definición escapa del dominio mental de la gente común; muestra delirante de ello es la repetición del lema de los rojos durante la Guerra Civil Española: “La única iglesia que ilumina es la iglesia que arde”. Pero hubo más, una feminista radical aplaudía el incendio por tratarse de un símbolo del heteropatriarcado; grupos extremistas islámicos gritaban de júbilo dentro y fuera de Francia y clamaban para que se siguiera por ese camino (en general los medios de comunicación trataron de que esta noticia no trascendiera).

Poquísimas personas han señalado que antes del incendio de la catedral de París, durante el último mes había habido por lo menos veinte atentados contra iglesias católicas en toda Francia, entre ellas el incendio de San Sulpicio, en París, conocida por aparecer en una exitosa pésima novela. Es más, los datos fríos señalan que en dos años han sido atacados más de tres mil templos católicos en Francia, ante la mirada indiferente de las autoridades, preocupadas sobre todo de los lugares visitados por turistas.

De la abundancia del corazón habla la boca: las reacciones definen con precisión a sus autores.

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