Manduriacu vs. refinería

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

¡Ay, Esmeraldas! la tierra bella que aún queda con ese infinito verdor bastante perdido en verano, pero renaciente y de mil matices verdes en invierno, somos los mortales oriundos de esta tierra los seguidores de tus conflictos y atropellos engendrados por la mano del hombre; muchos siembran para cosechar y otros quedan para refutar el mal que nos asiste soportar y vivir. Dos gigantescas empresas miden el poder de la amenaza latente que nos envuelve a los esmeraldeños, aunque al parecer para algunos es “apenas el daño causado, no pasa nada” primando la insensibilidad en ellos y falta de análisis profundo del peligro que nos circunda.

Ni Manduriacu ni refinería, una es peor que la otra. De la refinería ni qué hablar, sin ser técnicos ni especializados en la rama tecnológica y petrolífera, por lógica deducción sacamos a colación la incertidumbre que nos toca vivir por años y más aún ahora que una vez más que eminentes técnicos determinan los severos daños determinándose 50 recomendaciones en solo el 90% de inspección de la planta, con cuatro áreas críticas en riesgo; tanto dinero invertido en reparación y total cada vez el daño se hizo álgido y el riesgo más eminente.

Alguien sugirió una nueva refinería y que lo más conveniente era en Esmeraldas, será que los esmeraldeños la aceptamos? Y en dónde su ubicación? Más peligro? Menos años de vida? Y sus hijos? Y sus nietos? Esto no lo podemos permitir, suficiente el mal sabor dejado. ¿Y Manduriacu? ¿Tendremos respuesta favorable en el noble cometido de la denuncia y legitimar nuestros derechos? ¿El desalojo de los sedimentos que recogen los desechos de Imbabura y Pichincha tendrá solución? ¿Cómo salvaguardaremos la vida humana, acuática y abastecimiento del agua para dotar de líquido correcto a la gran parte de esmeraldeños? ¿Qué responderá el Ministerio del Ambiente?

El aire y el río se contagian grandemente y merma la estabilidad en la salud y por más árboles que se siembren seguiremos con el mal alarmante y a largo plazo como lo explicita la Ciencia Médica. Al paso que vamos nos moriremos en mayor porcentaje junto a la fuente, las especies acuáticas quedarán de nombre. Y, a propósito, seguiremos bañándonos con mate y con temor a palear cruentas enfermedades. En el tercer encuentro del partido rumbo a la muerte entrará el basurero que nos circunda en la ciudad.