¿Los que se fugan tienen cómplices?

Patricio Valdivieso Espinosa

Como van transcurriendo los tiempos y va blindándose la corrupción en la justicia, el sistema ecuatoriano está construido para delinquir, para la impunidad, para autocorromperse; y, quienes están obligados a investigar, forman parte del mismo plan. Si no se auxilian por ser del mismo partido, tienen vínculos de parentesco para su protección; o deben devolver el favor por los cargos con los que se beneficiaron, o se sustentan en el pretexto de que si no lo hacen pierden el empleo. Se encuentran mil maneras, de justificar el inoperante orden institucional del Estado en el que vivimos.

Al parecer, todo está podrido. ¡Ahora! nos sorprenden los prófugos de la justicia, pero no hicimos nada cuando nos gobernaron, cuando eran los dueños de la verdad: eran los supremos, venerados, había que hacerles la venia. Hoy, de que nos admiramos, si en los altos niveles, hay sentencias que se compran y libertades que se venden; se subastan conciencias y se trafican cargos. La única diferencia es que antes tenían un mandamás, pero son los mismos y, de cualquier forma, buscarán proteger a quienes se llevaron la parte más grande del botín; porque si no dejan fugarse a la cúpula, caería toda la banda, y no habría cárcel que aguante.

El panorama es claro, por ahora, nada mejorará si no radicalizamos un cambio estructural del Estado; pero la reestructuración debe ser integral, los parches no sirven, solo cambian nombres. Qué sacamos, si con sus consabidas artimañas, buscarán contentarnos, echándole la culpa a un juez o a un fiscal de menor rango, mostrando su cabeza como chivo expiatorio, como trofeo de pulcritud. Este sistema tóxico, que lo que topa daña, viene carcomiendo no solo la esperanza de un pueblo, sino ampliando la descomposición social: quien no delinque es torpe; quien no roba es tonto; quien atraca lo público es vivísimo; quien huye de la justicia es bien sabido.

Cabe preguntarnos: ¿nos sentamos a observar que las cosas sigan su marcha, sin hacer nada? ¡Como siempre! ¿Esperamos que venga otro gobierno que nos salve? ¿Seguimos viendo cómo se derrochan los fondos públicos a mansalva? Si usted es parte de la corrupción en cualquier nivel, no haga nada, no es su problema; pero si algún día, la corrupción daña a su gente, a sus hijos, a sus nietos, recuerde que su confort lo permitió. No olvide, en sus manos está el cambio; la magia está en su conciencia. (O)

[email protected]