Etiquetados

Andrés Ontaneda

Los seres humanos por naturaleza estamos acostumbrados a buscar moldes, a tildar ciertas acciones y hasta emitir criterios de lo primero que vemos. Sin embargo, somos susceptibles a recibir ciertas percepciones pero somos muy elocuentes al momento de emitirlas.

Más allá del paradigma de ver para creer, existe una verdad, pero la mala costumbre y nuestro ADN cultural de civilización nos han congelado los pensamientos y nos encierra en hipótesis sin discernimiento de aceptar o rechazar, enmarcados en un prejuicio y no en la realidad, a consecuencia de ello generalizamos y etiquetamos sin pensar en la causalidad.

No siempre nos daremos cuenta que quizá el hecho que se nos ignore responde a un gesto, una palabra o comportamiento que ha sobrepasado el nivel de confianza que se nos ha ofrecido, una vez suceda esto el peligro está en lo que pensemos y en la forma cómo responderemos, por ejemplo el tan sólo emitir una palabra que invada el espacio personal de otra persona por simple hecho de satisfacer su egocentrismo serán ofensivos siempre para las personas, el punto es que nos podemos llevar sorpresas, o incluso nunca darnos cuenta por qué no fuimos tomados en cuenta quizá sabiendo que en realidad lo podemos evitar.

Los prejuicios, las etiquetas solamente nos enseña su forma, su estado del arte, pero para ser objetivos, sensatos y tener sindéresis entre lo que decimos y hacemos siempre hay que tener en mano el conocimiento veraz y un estado de cuestión critico basado en realidades, probadas y legales para no tener que abrir la boca sin fundamento y cerrado el cerebro sin justificación. La mejor etiqueta que pongamos a la gente será preguntarle su razón y emoción. (O)

[email protected]