Desmontaje

César Ulloa Tapia

El desmontaje del populismo autoritario de la Revolución Ciudadana no pasa, exclusivamente, por una reforma política de corte institucional, pues requiere de una intervención profunda en la cultura política, es decir en aquellas causas que explican históricamente el comportamiento de un gran porcentaje de la población que se inclina en las elecciones a favor de líderes redentores que se cobijan con la bandera del pueblo y de las raíces de lo popular para exacerbar los ánimos de reivindicación de las clases más pobres del país. La idea de “revancha del pueblo” es tan vieja como la humanidad.

Es innegable que deben cambiar las condiciones de empobrecimiento de la población, pero eso es distinto a que el populismo instrumentalice los legítimos derechos de estas personas en reemplazo de promesas demagógicas, circulación de eslóganes y consignas, que en permanente campaña, capitalizan las frustraciones populares.

El voto del populismo en Ecuador es antiguo y tiene una trayectoria que inicia con Velasco Ibarra en las tres primeras décadas de 1900, sigue con Carlos Guevara Moreno, Asaad y Abdalá Bucaram entre los 60 y 90 y se contemporiza con la emergencia de los ‘outsiders’ Álvaro Noboa y Rafael Correa en los 2000. Para el populismo, la ideología no cuenta porque se moldea camaleónicamente en la izquierda, la derecha y el centro con sus diferentes matices.

El voto populista coloca presidentes, configura la Asamblea y reinventa de manera permanente su estrategia, más aún si la fragilidad de las instituciones es una constante, la personificación de la política es innegable y los partidos políticos no satisfacen las demandas de la población, en el sentido de que no han logrado convertirse en catalizadores de la ciudadanía.

El populismo se alimenta de la zozobra y de la crisis de gobernabilidad en contextos de crisis económica, en la mayoría de los casos. Eso explica por qué el líder carismático se presenta como el Mesías de la patria que usa antídotos y discursos esperanzadores para una población adicta de promesas y redención permanente.

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