Los refranes

Jaime A, Guzmán R.

En torno a los refranes, desde hace muchos años, han existido criterios contradictorios e inconciliables. Y parece que aún habremos de ver y escuchar durante algún tiempo más.

De momento, con todos los respetos hacia los que opinan que los “aforismos son la reunión pedante de palabras que en torno irónico no tienen mayor importancia”, pienso que constituyen una estrategia de enseñanza ingente para el aprendizaje – o mejor- son una herramienta para educar en valores a niños y jóvenes.

Entre los argumentos que se esgrimen para defender esta tesis figura la idea de que un dicho es una táctica de enseñanza capaz de promover el enlace entre los conocimientos previos que tienen los estudiantes y el aprendizaje de algunos aspectos conceptuales del área de los valores, por ejemplo. Y ciertamente, parece muy razonable pensar que las máximas que aconsejan algo sobre un determinado tema, pueden ser una lección que no olvidaremos jamás.

Estos pueden ser algunos adagios que se podrían usar para fomentar los valores en los niños y jóvenes:

“El que tiene boca se equivoca”. Esta sentencia nos revela que debemos ser tolerantes con los que fallan, porque equivocarse es algo humano y normal.

“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Este proverbio nos enseña que el esfuerzo y el trabajo deben ser constantes y diarios.

“Ni libro cerrado da sabiduría, ni título por si solo da maestría”. Esta lección denota que la experiencia es el hilo conductor que guía nuestros comportamientos.

“Antes que te cases, mira lo que haces”. Es una advertencia para aquellos que deben tomar alguna resolución importante.

Consecuentemente, opino que debería introducirse los refranes como material de apoyo en el proceso didáctico de la enseñanza. (O)