uegan a gobernar

JPablo Vivanco Ordóñez

Al poder le molesta la insistencia de pensar el mundo social-humano que nace desde las humanidades y desde las ciencias sociales, porque saben que sin un pensamiento social preocupado por la totalidad de la sociedad (sus relaciones, su cultura, su condiciones laborales, la verdades mentirosas elevadas a sentido común –por nombrar algunas), queda espacio para el sinsentido de la política que se instala como democrática, pero muestra en el ejercicio del poder los colmillos fascistas de fieras que parecían haber estado extintas.

Cuando se pierde la visión de lo humano y se le opone una visión puramente mercantil, el pensamiento se hace obsoleto y el dinero justifica cualquier cambio. Momentos tristes viven los pueblos que se les intenta amputar espacios para la producción teórica y científica, con el afán único de legitimar una sola posición del mundo, que por ‘coincidencia’ es la de los dominadores, auspiciados por una falsa transparencia democrática.

Propio de mentalidades colonialistas y totalitarias es la voluntad de imponer, por cualquier vía, una visión del mundo que pueda ir en contra de las grandes mayorías de los pueblos. ¿No fue en la colonia que se aniquiló lenguas y sistemas de pensamiento propio? ¿No fueron inquisidores los que hicieron retractarse a Galileo?

Jair Bolsonaro, el presidente de los brasileños, ha decidido disminuir el presupuesto para las carreras de Filosofía y Sociología, y también eliminará becas científicas para esas áreas. Aduce que son improductivas para las economías nacionales; pero él sabe que su gobierno se caería con facilidad porque ese conocimiento es peligroso para sus intereses mezquinos.

El gabinete de Bolsonaro es una reunión circense: la ministra de Familia dijo que los niños vestirán de azul y las niñas de rosa; otro ministro aseveró que la tierra es plana; y el ministro de Educación alaba a Pablo Escobar y los golpes de estado militares. Joyitas. (O)

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