Cultura del vago

RICARDO VERA CALDERÓN

El crecimiento de un país se lo puede medir por el ingreso per cápita, por el mejoramiento de la calidad de vida, y por la productividad. Normalmente alcanzar indicadores satisfactorios en esas variables, se construye sobre la base de un esquema de trabajo que optimice los recursos disponibles y obtenibles, lo que implica fomentar una sociedad productiva.

El Gobierno anterior dio pasos importantes a través de la trasformación de la matriz productiva, lo que establecía 14 sectores priorizados, y 5 industrias estratégicas sobre las cuales se iba a fundar el nuevo Ecuador productivo y competitivo, que de la mano de la construcción de 8 mega hidroeléctricas, generaría las condiciones para tener energía barata y suficiente para potenciar nuestra incipiente industria. Lamentablemente problemas de corrupción y endeudamientos irresponsables opacaron ésta iniciativa.

El Gobierno actual en cambio les dio la vuelta a las políticas públicas de fomento a la producción para enfocarse a lo social. El plan toda una vida solo generaba reactivación para el sector inmobiliario, lo cual no ha sucedido, y mi primer empleo no despega aún. La Ley de fomento productivo no tiene evidencias tangibles de que es el camino para salir de esta recesión. Lo más visible fue la remisión de multas, intereses y recargos de tributos, cuyos mayores beneficiarios no necesariamente fueron los pequeños empresarios.

Entonces nos llega el mes de mayo, luego de los gastos derivados del inicio de clases y del feriado de Semana Santa, y nuestro Gobierno nos hace festejar el día de trabajo con dos días de descanso en una semana. Es ahí donde nos damos cuenta que vamos a cualquier lado, menos al de ser productivos y competitivos. La cultura del vago se la construye así.

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