Las mentiras de las encuestas

Jaime Duran Barba*

Originalmente las encuestas se usaron para predecir el resultado de las elecciones, pero cada vez son menos eficientes para eso. Intentar hacer adivinanzas es a veces un tipo de mentira. Esas preguntas se pueden hacer para ayudar al análisis estratégico, pero es irresponsable proporcionar la información a personas que creen que es posible predecir el futuro. En la ‘fake society’ en que vivimos, cualquier dato circula por la red a gran velocidad, e impacta incluso en personas e instituciones importantes que toman posiciones improvisadas.

La posibilidad de adivinar el futuro de las elecciones se complicó con el tiempo. Por un lado, cambió la metodología de recolección de datos, que se hacía inicialmente entrevistando personalmente a los encuestados, un método caro que se hizo inaplicable en las grandes ciudades por los edificios que se construyeron en estos años, donde no se permite ingresar a los encuestadores. Aparecieron las encuestas telefónicas, y después las encuestas operadas por robots, ambas frecuentes, baratas y menos precisas. Cuando en la presencial integraba la muestra un hombre de entre 30 y 40 años, el encuestador podía verlo y saber que cumplía con los requisitos, cosa difícil para un operador telefónico e imposible para un robot. Pero lo más importante es tomar conciencia de que la gente cambió. Aparecieron decenas de grupos de personas que con dos máquinas y poca preparación se dedicaron a aplicar encuestas de todo tipo generando fastidio en la población. Actualmente, un 80% de los ciudadanos cuelga el teléfono cuando lo llaman: simplemente no responde y la muestra se desvía hacia una minoría interesada en la política.

Pero además, la gente se hizo cada vez más independiente y sus preferencias son efímeras. En trabajos realizados estos dos últimos años en México, Argentina y Ecuador, constatamos un fenómeno que es nuevo: hasta un 50% de los electores llega a las urnas sin haber decidido por quién votar. Estos datos coinciden con los que ofrecen otros países. Si en definitiva el resultado es poco previsible hasta la víspera de las elecciones, ¿qué sentido tiene creer que se lo puede tener ocho meses antes?

Finalmente, debemos ubicarnos en el mundo en que vivimos. Todos los estudios señalan que en la sociedad post internet existe una tendencia a rebelarse contra las instituciones y “la política”. La gente no quiere ser representada. La mayoría de los partidos, los congresos, la Justicia, los sindicatos, los medios de comunicación, las organizaciones empresariales tienen un rechazo de cerca del 80% de la población. Para la gran mayoría, la palabra “política” tiene una connotación negativa.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.
(Fuente www.perfil.com).