40 años

Juan Sebastián Vargas

Este 2019 el Ecuador cumplió 40 años de “democracia” y lo coloco entre comillas porque durante este periodo de tiempo hemos tenido a 14 mandatarios que han pasado por Carondelet, lo que nos da un promedio de 2,86 años por cada presidente, sin tomar en cuenta a ese efímero triunvirato entre Gutierrez, Vargas y Solorzano lo que nos demuestra la fragilidad de nuestra democracia especialmente entre 1996 y 2007 cuando desfilaron Bucaram, Rosalía, Alarcón, Mahuad, Lucio y Palacio, pues bien, hay que diferenciar muy bien el concepto y es que según la Real Academia de la Lengua democracia significa; “Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”, mientras que el de dictadura indica; “Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales” y es que muchas de estas supuestas democracias se han parecido más al último concepto que al primero, especialmente el de Correa en donde justamente se concentró el poder en una sola persona, en un solo partido político y se reprimió al que opina distinto sin que importe los derechos humanos y peor las libertades individuales, pues juzgue usted.

Es importante también tomar en cuenta a los grupos políticos en donde el populismo ha sido la característica principal desde el CFP, pasando por el PRE, PSP, AP e incluso el mismo PSC han sido en su mayoría populistas, es decir, estaban más preocupados por ser populares y mantener su protagonismo electoral que impulsar un verdadero pensamiento o tendencia ideológica que busque un cambio estructural de la sociedad, en buen romance hemos preferido siempre al político que insulta, que baila, que grita y es que esos personajes han atraído más la atención antes que políticos con propuestas más coherentes, no es posible que hayamos escogido a Correa y Bucaram y no a personas como Julio César Trujillo, Rodrigo Paz o León Roldós que desde mi apreciación hubiesen sido mejores presidentes por ejemplo. La falta de gobernabilidad y de honestidad es un talón de Aquiles y para superarlo no solo necesitamos de políticos más preparados sino de un electorado más educado.