Clamores

CARLOS TRUJILLO SIERRA

El clamor, el refunfuño, la resistencia a que lo conviertan en una mansa oveja están mal vistos, tienen tintes religiosos. El llorar tras un chilco es lo políticamente correcto, asumir los hechos consumados como actos legales y respetables es políticamente correcto, “no podemos hacer lo que los otros hicieron porque nosotros no somos ellos, somos respetuosos de la Ley” y más cómodo, tímido y un poco hipócrita es respetar los derechos humanos, derechos que nunca reconocieron al inconforme y respondón. Y al final del día, aunque le duela, le toca pagar con amargura e impotencia. Recuerde los cientos y tal vez miles de decretos, reglamentos, acuerdos y órdenes a gritos dictados e implantados contraviniendo leyes y resoluciones violadas por los mismos que las firmaron, unos cuantos días antes.

Usted que fue alumno, fue maestro, llegó a profesional puede ver el erial con contusos y caídos en el sistema educativo, pisoteado por los cascos de finos pasos que pasaron como Atila y sus bárbaros destruyendo lo que se venía logrando, con tropiezos y dificultades, desde la Revolución Liberal de 1895. Cien años de desarrollo, sin propaganda ni aspavientos, asolados por una larga década de PhDs y gurús esotéricos (y muchos de esos títulos falsos y mal habidos). Recuerdo que en alguna Constitución (de la veintena adoptada) había un Artículo que decía que toda resolución tomada al margen de la misma era nula e inaplicable.

Tenemos todo el instrumental legal para anular leyes, decretos, resoluciones y acuerdos que ni en su redacción y lenguaje son correctos. El Presidente Moreno, hace rato, ya debió haber nombrado una Comisión para revisar y dar de baja tanto despropósito. Los nombramientos y contratos chimbos y engañosos deben darse por terminados sin compensación alguna porque todos los beneficiados ya cobraron por anticipado para malograr el país en el que nacieron.

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