Robaron con facturas

A mediados del siglo pasado, el legislador y expresidente, Carlos Julio Arosemena, denunció que un congresista de El Oro se había enriquecido indebidamente. El aludido contestó exigiendo pruebas y el legislador de marras le contestó: “No se roba con escrituras. Te estoy acusando de ladrón, no de tonto”.

Desde entonces, toleramos no solo los escándalos de sobreprecios, enriquecimientos, asociaciones para delinquir, coimas y cohechos que en forma diaria y cansina se denuncian. Pero la capacidad de sorprendernos no tiene límite, sobre todo, cuando lo que era un rumor generalizado de que no había contratos sin pago de comisiones, se constata y da cabida a la viveza criolla de facturas falsas.

Es difícil pensar que de este nuevo esquema de corrupción estén excluidos la mayoría de los contratistas privados, pero tampoco lo está quien ordenó que se coordine, cobre y reparta. No lo hizo por iniciativa propia, pero su buen desempeño le supuso su ascenso no solo a jueza, sino la Vicepresidencia de la Corte Constitucional. Se destapó la corrupción al más alto nivel, así como complicidad de quienes entregaban las listas de contratistas por extorsionar.

El SRI, eficiente para destruir a los opositores, es cómplice, de estas facturas falsetas que, misteriosamente, no llegan a los jueces correspondientes. Este gran destape atañe tanto a quienes exigieron coimas, contribuciones y pagos, como al empresariado privado que ha demostrado ser tan corrupto como los prófugos. Parecería que, como dice el refrán, los negocios no tienen ni Dios ni Ley.


El secreto de su fuerza está en la fuerza de sus deseos”. Sigmund Freud Neurólogo austriaco (1856-1939)

Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo”. María Montessori Pedagoga italiana (1870-1952)