Las filas y los estudiantes

Rosalía Arteaga Serrano

Uno de los dramas que más me impacta cuando se inician los períodos escolares tanto de la Costa como de la Sierra, es el contemplar a estudiantes y padres de familia, sobre todo madres, haciendo largas colas frente a los establecimientos educativos.

A veces se los ve dormir guardando turnos, perder días de trabajo, ser maltratados por la intemperie, pero sobre todo sentir una enorme angustia e incertidumbre por la premura de conseguir un cupo o un cambio de sitio, por razones generalmente de ubicación geográfica de las viviendas o por considerar que un colegio es mejor que otro para sus hijos, y les brindará diferentes oportunidades a futuro.

La pregunta que me hago es: ¿Por qué, luego de diez años de gobierno correísta, con una enorme cantidad de dinero que pudo utilizarse en tecnificar el proceso de matrícula, de inscripciones, todavía seguimos enfrentando esta dura problemática social?

Debemos tener a la tecnología como gran aliado en procesos como este, para definir dónde estudia cada joven, adelantando los procedimientos, estableciendo cupos que se cumplan, sin dejar para última hora la inscripción multitudinaria, cuando puede hacerse por etapas, de acuerdo a los niveles o grados de estudio.

Es un problema que en lugar de mejorar se acentúa con los años y al que las sucesivas administraciones no le dan una solución lógica, pero que dice de la falta de preparación y también de respeto a la condición de los padres de familia y de los estudiantes.

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